En 1918 asiste al 5º Congreso Psicoanalítico Internacional, con la presidencia de Ferenczi, en el que Freud lee "Lines of Advances in Psychoanalytic Therapy". Este Congreso realizado en tiempos de guerra causa una fuerte impresión en Klein y, según ella misma recuerda: "esa impresión fortaleció mi deseo de dedicarme al psicoanálisis.
Asiste en 1920 al 6º Congreso Psicoanalítico Internacional, en La Haya. Conoce a Hermine von Hug-Hellmuth, quien lee su trabajo sobre la técnica del análisis infantil. Ese período es sumamente productivo, expone por primera vez ante un congreso "La técnica del análisis de niños pequeños" en el 8º Congreso de Psicoanálisis Internacional, en Salzburgo, cuyo presidente es Abraham. Ernest Jones escucha su ponencia con sumo interés. Es también durante 1924 que presenta ante la Sociedad de Viena el trabajo "Principios psicológicos del análisis infantil" y, a fines de ese año, "Una neurosis obsesiva en una niña de 6 años"(Erna) en la Primera Conferencia de Psicoanalístas Alemanes, en Würzburg.
Desde la perspectiva psicoanalítica de Melanie Klein, el desarrollo personal se concibe como enriquecimiento de la personalidad que se refiere a la superación de etapas tempranas de la niñez (que pueden volver a surgir en la vida adulta), la superación de los conflictos que estas etapas conllevan, como la ansiedad, culpa, envidia y logro de la gratitud, alcanzar el equilibrio con el mundo psíquico interno y el mundo externo, y desarrollar la capacidad de disfrutar de las cosas y llevar relaciones gratificantes de amor con los otros.
De estos estadios tempranos, dos son los que mayor importancia tienen en la vida según Klein. El primero es la posición esquizo-paranoide que se desarrolla durante los primeros 3 a 4 meses de vida. Según Klein los seres humanos poseemos dos instintos básicos, el de vida o amor y el de muerte u odio, debido a la lucha que se produce entre estos dos instintos y el sentimiento de ansiedad persecutoria que se produce en el niño, producto del miedo de que este impulso agresivo le cause daño, el niño lleva a cabo procesos de escisión, en que el odio y la ansiedad se proyectan hacia el primer objeto de relación que posee, que es el pecho de la madre, que pasaría a ser el pecho malo, y los sentimientos de amor se proyectan en el pecho gratificador bueno (Klein, M. 1988). Luego de esta proyección, el pecho bueno y el malo son introyectados en la psiquis del niño, por lo que el yo está muy poco integrado, pues posee contenidos separados. Esta proyección y posterior introyección colaboran a que la ansiedad persecutoria vaya disminuyendo, pues el niño se siente más seguro con un pecho bueno que lo ampare, pero a la vez tiene un pecho malo, que lo persigue y persiste el miedo a la aniquilación del yo. De esta intereacción entre los 4 - 6 meses se van integrando los impulsos, y la madre ya no es vista en forma escindida, sino que se incorpora como un objeto total, pasándose a la posición que Klein denomina depresiva, en la que debido a esta integración del objeto y el yo se experimenta culpa, pues el niño siente que el objeto amado ha sido dañado por sus propios impulsos agresivos; y por lo cual trata de reparar el objeto dañado. "El sentimiento de que el daño hecho al objeto amado tiene por causa los impulsos agresivos del sujeto, es para mí la esencia de la culpa. El impulso a anular o reparar este daño proviene de sentir que el sujeto mismo lo ha causado, o sea, de la culpa. Por consiguiente, la tendencia reparatoria puede ser considerada como consecuencia del sentimiento de culpa".
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